lunes, 28 de junio de 2010

EL PROBLEMA: "las bolsas plásticas".

Están por todos lados y desde su fabricación hasta su desecho, generan un gran impacto en nuestras ciudades, así como también en el medio ambiente. Las inofensivas bolsas desechables de plastico que nos “regalan” los empacadores del supermercado y las que compramos para tirar a la basura.

Hay que tener en cuenta además que las bolsas de polietileno tardan cerca de 200 años en biodegradarse en pequeñas partículas tóxicas, generando un gran trastorno en nuestro ecosistema. Información emitida por la Agencia de Proteccion Ambiental de los Estados Unidos, revela que aproximadamente se consumen al año, alrededor del mundo, entre 500 billones y un trillon de bolsas Plasticas. ( Noticias National Geographic 02 de Septiembre de 2003 )

Estas bolsas usualmente son vertidas en los basureros ya que tienen un gran costo reciclarlas. Menos del 1% de las bolsas se reciclan. Es mas costoso reciclar una bolsa plástica que producir una nueva. “Existe una economía al margen de las políticas ambientales, detrás del reciclaje de las bolsas plásticas. Procesar y reciclar una tonelada de bolsas plásticas cuesta alrededor de $4,000 USD. La misma cantidad se vende en el mercado de materias primas para su fabricación (derivados del petróleo) a tan solo $ 1,800 USD”

Entonces… ¿A dónde van las bolsas? Un estudio de 1975 demostró que las embarcaciones transoceánicas arrojaban en conjunto 8 millones de libras de plástico al mar cada año. La razón por la cual los basureros del mundo no estaban inundados de plástico era porque su mayoría terminaban en el océano.






Las bolsas plásticas se foto degradan: con el pasar del tiempo se descomponen en petro-polimeros mas pequeños y tóxicos. Que finalmente contaminan los suelos y las vías fluviales. Como consecuencia, partículas microscópicas pueden entrar a formar parte de la cadena alimenticia. Animales mueren después de ingerir las bolsas plásticas que confunden como comida. (Reporte WWF 2005)



El efecto sobre la vida salvaje puede ser catastrófico. (Reporte WWF 2005)



Las aves quedan atrapadas sin esperanza. (Reporte WWF 2005)



Cerca de 200 diferentes especies de vida marina, incluyendo ballenas, delfines, focas y tortugas mueren a causa de las bolsas plásticas, intoxicados por las bolsas de Polietileno.
Entonces… ¿Qué hacemos?
La gestión útil, completa, oportuna y confiable de los desechos sólidos que se generan todos los días en nuestras comunidades no puede concluir en la construcción progresiva y silenciosa de verdaderas bombas de tiempo que significan la generación de colchones plásticos ( en los vertederos ) que producen las bolsas convencionales ( plásticas ) no biodegradables, cuya descomposición generalmente está entre los 100 a 300 años.

Ante este panorama ofrecemos una salida que permitirá colocarnos a la altura de los países desarrollados del mundo, que como el nuestro promueven el verdadero desarrollo sustentable:


El uso de bolsas que se biodegradan a corto plazo.
La Solución: Bolsas de plástico biodegradable

Bolsas biodegradable de 100% plástico reciclado

Recuperado y reprocesado tanto de los post consumidores y post industriales de plástico estos productos de calidad se hacen con el 100% de materiales reciclados y están formulados para degradarse y son biodegradables después de su uso. Dependiendo de oxígeno disponible y la actividad microbiana de la eliminación de residuos, los materiales se degradan en 18 a 24 meses y son biodegradables, en aproximadamente 36 meses también.

Las bolsas camiseta (t-shirt) y las bolsas para mascotas son degradable.

Bolsas Compostables de 100% Plastico Reciclado

Bolsas de basura compostables están específicamente diseñadas para degradar rápidamente en 10 a 45 días y totalmente biodegradables en menos de 6 meses cuando hayan sido enajenadas en una instalación de compost comercial. Todas las bolsas compostables cumplen los requisitos de la ASTM D6400-04 y llevan el logo de certificación del Productos Biodegradables Instituto (BPI).

Bolsas Ecológicas

solución con doble impacto: los plásticos que existen y destinados al vertedero se usan para hacer estas bolsas, el plástico cambia a ser biodegradable con el uso del aditivo, esos plásticos cuando terminan de ser útiles se convierten a materia orgánica en el vertedero donde terminan su vida útil. Y el segundo impacto es que no se usa petróleo directamente para hacer bolsas de plástico conservando el petróleo para otros usos.

Todos los productos son inofensivos para el medio ambiente, no contienen metales pesados y con excepción de tiempo, el proceso biológico es idéntico. El proceso de mineralización natural devuelve el "carbono orgánico" en los materiales devuelto al bio-ciclo de la naturaleza, como una fuente de alimento para los microorganismos.

Bolsas Reutilizables
Bolsas de nylon, lona, algodón y muchas otras opciones. Pueden ser impresas con el logotipo del cliente, evento o promoción. Las posibilidades son sin límite!!

Si no eres parte de la solucion, eres parte del problema! Platos, Vasos, Charolas, Contenedores, Cubiertos, étc., Cada vez que salimos a comer, algún concierto, donde sea nos encontramos con artículos desechables. Esos productos solo crean mas basura. Por conveniencia, higiene, o gusto estos productos contribuyen al problema de la basura. Pero no tiene que ser así. Nosotros contamos con productos hechos de materiales reciclados, o la materia prima fue cosechada en una manera sustentable. Nuestros productos desechables son certificados de tercera parte.

UN PROBLEMA ECONÓMICO

“…No es que estemos ante un problema ecológico, porque el planeta soporta estas alteraciones sin más dificultades. El tema es el problema que supone para nosotros, para nuestra forma de ocupar el espacio y usar la biosfera, para nuestro sistema productivo. El tema es económico…”

El cambio climático no es un problema ambiental, sino económico. El cambio climático en curso es un tema ambientalmente secundario que conlleva un conflicto socioeconómico considerable. Sin embargo, según el razonamiento al uso, evitar las negativas consecuencias del cambio climático es algo tan ambientalmente deseable como económicamente inabordable. La negativa de la administración de Bush a suscribir el Protocolo de Kioto arranca de esta premisa. El caso es que es falsa. Peor: está invertida. Los pormenorizados y sesudos informes del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) no han logrado impresionar a políticos y empresarios. Menos aún la gestualidad de los activistas ambientales. La sacudida, para muchos, ha llegado con el informe que el economista Nicholas Stern ha entregado (octubre del 2006) al Gobierno británico, instado por Tony Blair. La razón es simple: el informe Stern cuantifica costos. Y son alarmantes. Según las conclusiones de Stern, hacer frente al cambio climático costaría una enormidad, del orden del 1% del PIB mundial. Es muchísimo. Pero no hacerlo sería aún más oneroso: entre el 5% y el 20%. Lo primero parece dar la razón a los norteamericanos; lo segundo les deja contra las cuerdas. Stern puede equivocarse, pero ya empezaríamos a ser demasiados los "extraviados", ampliamente mayoritarios entre los administradores de criterio

La relación de alza de la concentración de CO2 en la atmósfera a partir de mediados el siglo XIX, de 290 a 330 ppm entre 1850 y 1950, hasta llegar a los 430 ppm de la actualidad, con el aumento del efecto invernadero ya no puede seguir discutiéndose. Y su correlación con la quema de combustibles fósiles, tampoco. Pero todo esto, como digo, es ambientalmente secundario. El nivel del mar subiría tres o cuatro metros, tal vez algo más, o sea, poca cosa: el mar ha experimentado oscilaciones mucho mayores en periodos geológicos pretéritos. No, el tema no es que estemos ante un problema ecológico, porque el planeta soporta estas alteraciones sin más dificultades. El tema es el problema que supone para nosotros, para nuestra forma de ocupar el espacio y usar la biosfera, para nuestro sistema productivo. El tema es económico.

Los modestos 2°C que habrá aumentado la temperatura media en apenas un siglo son planetariamente irrelevantes, pero modifican de tal forma el comportamiento atmosférico que trastocan por completo los fenómenos meteorológicos y, por tanto, los procesos productivos asociados. Nada comparados con las glaciaciones cuaternarias; pero es que en aquel contexto no existiría el mundo moderno.

Hay que reaccionar de una vez por todas. Sin embargo, en esta ocasión la tecnología por sí sola no resolverá gran cosa. Hacer cosas materiales comportaría consumir más energía y, por lo mismo, incrementar el problema.

No podemos seguir creciendo. Creciendo en cantidad, quiero decir. En lugar de crecer para garantizar una oferta insostenible (agotamiento de recursos), debemos inventar el éxito económico basado en la eficiencia transformadora y en la contención de la demanda. Ya sé que con el paradigma actual no es posible. Por eso hay que inventar otro. No sería la primera vez. Pero ahora el tiempo apremia y los vientos son adversos.

TIPOS DE BOLSA Y DEGRADACION

Bolsas oxo-biodegradable.

Esta tecnología se basa en la introducción de una pequeña cantidad de aditivo d2w® (entre 0,5% y 3%) al proceso convencional de manufactura de productos de plástico. La adición de este producto llamada oxidegradación, cambia el comportamiento del plástico y su degradación comienza inmediatamente después de su fabricación y se acelera cuando se expone al calor, la luz o a la fricción. El aditivo se conoce como D2W, que rompe las moléculas con las que está hecho el polietileno para degradarlo

Bolsas hidro-biodegradables

No son verdaderamente “renovables” porque durante el proceso de fabricación, consumen una cantidad significativa de energía proveniente de hidrocarburos, por lo tanto son productores de los gases del invernadero. Los hidrocarburos se queman en las autoclaves usadas para fermentar y para polimerizar el material sintetizado de intermedios bioquímicos producidos (por ejemplo el ácido poliláctico del almidón etc.); así también se consume energía por la maquinaria y el transporte de vehículos agrícolas; finalmente por la fabricación y el transporte de fertilizantes y de pesticidas.

Elementos de plástico biodegradables.

Con base en polímeros de almidón o ácidos polilácticos derivados del maíz, que no contienen derivados del petróleo y que pueden transformarse en abono (compost). Por ahora la cuota de mercado de estas bolsas es muy reducida y no llega al uno por ciento ya que la utilización de este material tiene un costo mayor.

Proceso de degradación natural del plástico.

La primera etapa del proceso de degradación, en donde el plástico se convierte por la reacción con el oxigeno, en fragmentos cada vez más pequeños que absorben agua (hidrófilos), lo que proporciona un ambiente donde, en presencia de oxigeno y humedad se desarrollan y prosperan los microorganismos naturales (hongos, algas, etc.).

En la segunda etapa las moléculas de los materiales oxidados se vuelven lo suficientemente pequeñas como para que los microorganismos comiencen la ingesta de material plástico degradado, produciendo dióxido de carbono, agua y biomasa. De esta manera se logra que los plásticos regresen al bio-ciclo natural.

Ahora conozcamos el proceso de degradación del plástico a través de la tecnología TDPA.

Inicia una vez que se ha desechado el plástico y sometido a la exposición de cualquiera de los siguientes factores: Calor, Luz ultravioleta (luz solar) y Estrés mecánico, para pasar a la segunda etapa. La degradación puede programarse durante la producción para que ocurra desde 60 días hasta 6 años después de la fabricación.

viernes, 25 de junio de 2010

BOLSAS BIODEGRADABLES

El primer perjuicio ambiental es que los plásticos, sea el polietileno o el polipropileno, son materiales no biodegradables, es decir que no se degradan en la naturaleza, Cualquier elemento plástico puede tardar más de 400 años en degradarse. Hoy, 18.000 piezas de basura plástica están flotando en cada kilómetro cuadrado de océano y miles de animales marinos mueren cada año al confundir las bolsas con calamares y pulpos.
El segundo prejuicio es que el plástico es un derivado del petróleo, recurso no renovable y por lo tanto, a medida que se utiliza se extingue y aumenta su costo. Por ello es que, cada bolsa de plástico que se utiliza a diario tiene un alto costo medioambiental, a pesar de su bajo precio en el mercado.

Algunos fabricantes en el mundo vienen introduciendo recientemente:
• Bolsas oxo-biodegradable. Esta tecnología se basa en la introducción de una pequeña cantidad de aditivo d2w® (entre 0,5% y 3%) al proceso convencional de manufactura de productos de plástico. La adición de este producto llamada oxidegradación, cambia el comportamiento del plástico y su degradación comienza inmediatamente después de su fabricación y se acelera cuando se expone al calor, la luz o a la fricción. El aditivo se conoce como D2W, que rompe las moléculas con las que está hecho el polietileno para degradarlo. Bolsas hidro-biodegradables No son verdaderamente “renovables” porque durante el proceso de fabricación, consumen una cantidad significativa de energía proveniente de hidrocarburos, por lo tanto son productores de los gases del invernadero. Los hidrocarburos se queman en las autoclaves usadas para fermentar y para polimerizar el material sintetizado de intermedios bioquímicos producidos (por ejemplo el ácido poliláctico del almidón etc.); así también se consume energía por la maquinaria y el transporte de vehículos agrícolas; finalmente por la fabricación y el transporte de fertilizantes y de pesticidas. Elementos de plástico biodegradables.Con base en polímeros de almidón o ácidos polilácticos derivados del maíz, que no contienen derivados del petróleo y que pueden transformarse en abono (compost). Por ahora la cuota de mercado de estas bolsas es muy reducida y no llega al uno por ciento ya que la utilización de este material tiene un costo mayor.
Proceso de degradación natural del plástico. La primera etapa del proceso de degradación, en donde el plástico se convierte por la reacción con el oxigeno, en fragmentos cada vez más pequeños que absorben agua (hidrófilos), lo que proporciona un ambiente donde, en presencia de oxigeno y humedad se desarrollan y prosperan los microorganismos naturales (hongos, algas, etc.). En la segunda etapa las moléculas de los materiales oxidados se vuelven lo suficientemente pequeñas como para que los microorganismos comiencen la ingesta de material plástico degradado, produciendo dióxido de carbono, agua y biomasa. De esta manera se logra que los plásticos regresen al bio-ciclo natural.
Ahora conozcamos el proceso de degradación del plástico a través de la tecnología TDPA. Inicia una vez que se ha desechado el plástico y sometido a la exposición de cualquiera de los siguientes factores: Calor, Luz ultravioleta (luz solar) y Estrés mecánico, para pasar a la segunda etapa. La degradación puede programarse durante la producción para que ocurra desde 60 días hasta 6 años después de la fabricación.

NOTICIAS

Plásticos con etiqueta ecológica

En los primeros años del siglo veinte, la investigación de materiales sintetizados a partir de ácido glicólico y otros ácidos-alcoholes fue abandonada porque los polímeros resultantes eran inestables para su utilización industrial a largo plazo. En el nuevo milenio, sin embargo, vivimos la revolución en el mercado de los polímeros plásticos. Muchas cosas están hechas de plásticos, rígidos y blandos pensados para durar. El problema es que día a día muchos de estos productos se descartan después de su uso.
Según el informe presentado en 2002 por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), se desechan unas 7 toneladas diarias de residuos en el mundo. De éstas, un promedio del 12,5% pertenece a plásticos en sus distintas formas. La problemática de los residuos plásticos crece a causa del incremento mundial de su producción y consumo.
El agotamiento de la capacidad de los vertederos, agudizado por el gran volumen y resistencia a la degradación de los plásticos, los diversos impactos biofísicos de su acumulación en el entorno como la disminución de la producción de las cosechas, de la pesca, de los sistemas de irrigación de los cultivos, etc., y el hecho de que el 99% del total de plásticos se produce a partir de combustibles fósiles, ha aumentando la presión sobre las ya limitadas fuentes no renovables. El polietileno depositado en los suelos, incluso en cantidades mínimas, está alterando a la Tierra, ya que al ser derivado de fuentes fósiles, y por lo tanto una sustancia artificial, altera las propiedades fundamentales del suelo contribuyendo así al efecto invernadero.
Los plásticos biodegradables proporcionan una posible solución a este problema ya que, por un lado, podrían desviar parte del volumen de plásticos de los vertederos a otros medios de gestión de residuos, y por el otro, contribuirían a la preservación de los recursos no renovables.
Actualmente, las resinas empleadas en la fabricación de plásticos biodegradables son de dos categorías: naturales y sintéticas. Las resinas naturales (o biopolímeros) tienen como base recursos renovables tales como el almidón y la celulosa, y los polihidroxialcanoatos (PHA) producidos por microorganismos. Otros polímeros, como las proteínas y las pectinas pueden también utilizarse, potencialmente, para desarrollar plásticos y polímeros biodegradables. Los polilactidos (PLA), poliésteres alifáticos formados por polimerización del ácido láctico, se incluyen generalmente en esta categoría ya que el monómero puede producirse por fermentación.
Sin embargo, debemos distinguir entre plásticos biodegradables "verdaderos", que se descomponen en sustancias no tóxicas tales como dióxido de carbono y agua, y los plásticos biodestructibles. Estos últimos están constituidos por polímeros derivados del petróleo que incluyen mezclas de almidón degradable. En este caso, lo único que se disgrega en el medio ambiente es su componente de almidón dejando el polímero sintético inalterable detrás.
Probablemente el primer paso que permitió pensar en los plásticos de origen bacteriano fue el dado por el Instituto Pasteur de Francia en 1926, cuando se descubrió que la bacteria conocida como Bacillus megaterium podría producir poliéster. Sin embargo, sólo la crisis del petróleo de 1973 obligó a la industria plástica a buscar una fuente alternativa y, desde entonces, han proliferado los estudios en torno a esta opción.

Reparto pionero de bolsas de compra biodegradables

El Mercadillo del Agricultor de Tacoronte se ha convertido en el primer recinto comercial de sus características, en toda Canarias, en sustituir las tradicionales bolsas de plástico por otras biodegradables. El conocido espacio de compras del municipio norteño fue escenario, días atrás, de la presentación de la "Campaña de concienciación en el uso de bolsas de plástico y mejora del medio ambiente". El acto contó con la presencia de las tres entidades participantes en la iniciativa; Hermógenes Pérez, alcalde de Tacoronte y presidente del Mercadillo agrícola; Pedro Ramón Martín, director comercial de CajaCanarias en la provincia de Santa Cruz de Tenerife, y el vicepresidente del Mercadillo del Agricultor, José Ángel García.

Durante el encuentro se dieron a conocer los principales ejes del convenio firmado entre las tres partes implicadas. El Mercadillo del Agricultor de Tacoronte comenzará a partir de ahora un plan destinado a reducir considerablemente los efectos dañinos de la actividad del complejo en el medio ambiente. Entre las actuaciones previstas para los próximos meses, destaca la utilización de bolsas biodegradables, un recurso que acompañará de forma gratuita a cada cliente, hasta el próximo año 2011, fecha en la que cada bolsa comenzará a cobrarse a precio de costo. Gracias al plan solidario de CajaCanarias se iniciará el reparto de bolsas de tela para que puedan ser utilizadas durante toda la semana, en sustitución de las bolsas de plástico. El Mercadillo sorteará durante los próximos meses, entre todos sus clientes, cestos de mimbre y bolsas de lino, con el fin de ir reduciendo progresivamente el uso de bolsas biodegradables, dado el elevado costo de las mismas. También se efectuará una recogida selectiva de basura, a través de varios contenedores de vidrio, papel y plástico.

Bolsas que hacen un guiño al medio ambiente

La concienciación acerca de la reducción del uso de las bolsas de plástico para colaborar con la preservación del medio ambiente, aunque crece paso a paso, todavía no resulta del todo efectiva. Sobre todo, al tener en cuenta que España es el primer país productor de plástico de un único uso y el tercer consumidor de toda Europa. Para combatir las consecuencias que tiene este material considerado extremadamente nocivo para la naturaleza, y que llega a tardar unos 150 años en degradarse, ya se contemplan varias iniciativas.
Entre ellas, se encuentra la de un grupo de investigadores de la UMH que ha desarrollado un proyecto para la creación de bolsas biodegradables a partir del aprovechamiento de un residuo de la chufa. Un estudio que avanza favorablemente y que pretende ser factible con la creación de una empresa de base biotecnológica. De hecho, según asegura José Ángel Pérez, profesor de la Escuela Politécnica Superior de Orihuela de la UMH y asesor del proyecto, la propia universidad, a través del Observatorio Ocupacional, ya está realizando las gestiones pertinentes para poder crear la empresa. Esta idea, que también acaba de logar el premio del VI Certamen Innova- Emprende del centro académico, forma parte de la tesis de dos alumnas del doctorado de Biología y Ciencias de la Alimentación, Elena Sánchez y Evangélica Fuentes. Dos expertas en nutrición que han desarrollado una iniciativa que, además de suponer un guiño al medio ambiente, permitiría aprovechar un almidón no comestible.

Las bolsas gratis en el súper son cosa del pasado

Las bolsas gratis en el súper van camino de convertirse en cosa del pasado. Y, mientras tanto, se han convertido en uno de los últimos caballos de batalla de la gran distribución. Las compañías están obligadas por la legislación a reducir un 50% la utilización de las bolsas de plástico entre 2010 y 2014, aunque tienen libertad en la fórmula para alcanzar este objetivo.
Así lo marca el Plan Nacional Integrado de Residuos (PNIR), aprobado en diciembre de 2008 y que transpone la legislación comunitaria. Dentro de este propósito, desde el pasado 1 de enero, están prohibidas las bolsas de un sólo uso, que son aquéllas con un gramaje tan bajo que no permiten su reutilización.
Aquí es dónde comienza el problema. Las tradicionales bolsas de camiseta, fabricadas con plástico, están permitidas porque son un producto reciclable. Sin embargo, desde el punto de vista ecológico, la falta de concienciación entre los ciudadanos para su correcto reciclaje dificulta que sigan siendo utilizadas.
Entre los grandes distribuidores ha surgido una corriente para eliminar las bolsas de plástico (gratuitas para los clientes en la mayoría de los casos) en sus tiendas. Con esta fórmula, además de acercarse a los objetivos del PNIR, eliminan un costo, ya que cada unidad cuesta alrededor de un céntimo de euro.

Iniciativa

Carrefour ha abanderado este doble movimiento de respetar el medio ambiente y potenciar un ahorro de costes. Hace un año, el grupo galo decidió eliminar de forma progresiva las bolsas de plástico de sus establecimientos y apostó por poner a la venta bolsas alternativas: de rafia (fibra), de algodón, biodegradables de fécula o monedero, entre otras.
La propuesta más barata para los consumidores eran las biodegradables, que se regalaron al inicio de la campaña. Luego se cobraron a 0,05 euros y, después, la tarifa subió hasta los 0,10 euros. Ahora, Carrefour ha rebajado su precio hasta 0,01 euros y, en algunos centros, ya no se cobran.

Para el grupo francés, la eliminación de las bolsas de plástico «ha sido un éxito gracias a la colaboración de sus clientes». Según sus datos, más del 96% de sus compradores acude a la tienda con sus propias bolsas, mientras que otro 1,7% utiliza el tradicional carrito de la compra.