lunes, 28 de junio de 2010

UN PROBLEMA ECONÓMICO

“…No es que estemos ante un problema ecológico, porque el planeta soporta estas alteraciones sin más dificultades. El tema es el problema que supone para nosotros, para nuestra forma de ocupar el espacio y usar la biosfera, para nuestro sistema productivo. El tema es económico…”

El cambio climático no es un problema ambiental, sino económico. El cambio climático en curso es un tema ambientalmente secundario que conlleva un conflicto socioeconómico considerable. Sin embargo, según el razonamiento al uso, evitar las negativas consecuencias del cambio climático es algo tan ambientalmente deseable como económicamente inabordable. La negativa de la administración de Bush a suscribir el Protocolo de Kioto arranca de esta premisa. El caso es que es falsa. Peor: está invertida. Los pormenorizados y sesudos informes del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) no han logrado impresionar a políticos y empresarios. Menos aún la gestualidad de los activistas ambientales. La sacudida, para muchos, ha llegado con el informe que el economista Nicholas Stern ha entregado (octubre del 2006) al Gobierno británico, instado por Tony Blair. La razón es simple: el informe Stern cuantifica costos. Y son alarmantes. Según las conclusiones de Stern, hacer frente al cambio climático costaría una enormidad, del orden del 1% del PIB mundial. Es muchísimo. Pero no hacerlo sería aún más oneroso: entre el 5% y el 20%. Lo primero parece dar la razón a los norteamericanos; lo segundo les deja contra las cuerdas. Stern puede equivocarse, pero ya empezaríamos a ser demasiados los "extraviados", ampliamente mayoritarios entre los administradores de criterio

La relación de alza de la concentración de CO2 en la atmósfera a partir de mediados el siglo XIX, de 290 a 330 ppm entre 1850 y 1950, hasta llegar a los 430 ppm de la actualidad, con el aumento del efecto invernadero ya no puede seguir discutiéndose. Y su correlación con la quema de combustibles fósiles, tampoco. Pero todo esto, como digo, es ambientalmente secundario. El nivel del mar subiría tres o cuatro metros, tal vez algo más, o sea, poca cosa: el mar ha experimentado oscilaciones mucho mayores en periodos geológicos pretéritos. No, el tema no es que estemos ante un problema ecológico, porque el planeta soporta estas alteraciones sin más dificultades. El tema es el problema que supone para nosotros, para nuestra forma de ocupar el espacio y usar la biosfera, para nuestro sistema productivo. El tema es económico.

Los modestos 2°C que habrá aumentado la temperatura media en apenas un siglo son planetariamente irrelevantes, pero modifican de tal forma el comportamiento atmosférico que trastocan por completo los fenómenos meteorológicos y, por tanto, los procesos productivos asociados. Nada comparados con las glaciaciones cuaternarias; pero es que en aquel contexto no existiría el mundo moderno.

Hay que reaccionar de una vez por todas. Sin embargo, en esta ocasión la tecnología por sí sola no resolverá gran cosa. Hacer cosas materiales comportaría consumir más energía y, por lo mismo, incrementar el problema.

No podemos seguir creciendo. Creciendo en cantidad, quiero decir. En lugar de crecer para garantizar una oferta insostenible (agotamiento de recursos), debemos inventar el éxito económico basado en la eficiencia transformadora y en la contención de la demanda. Ya sé que con el paradigma actual no es posible. Por eso hay que inventar otro. No sería la primera vez. Pero ahora el tiempo apremia y los vientos son adversos.

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